Instagram, aplicación que permite compartir fotos en diferentes redes sociales, ha sido objeto de varias polémicas esta semana. La última, el intento de linchamiento por parte de un grupo de adolescentes que trataron de acceder a la escuela de quien había subido varias fotos de sexting de ellos a Instagram.
Al parecer, una estudiante sueca de 17 años había solicitado fotos de sexting para ponerlas en Instagram con la promesa de no desvelar la fuente de quien le pasara las fotos. Su cuenta se llenó de cientos de fotos de niños y niñas de 13/14 años, muchos con sus nombres incluidos y con las supuestas actividades sexuales que se realizaron. Según comentan los afectados y sus compañeros, no había desnudos ni fotos comprometidas, pero las sugerencias y esas supuestas actividades sexuales fueron suficientes para enfurecer a los afectados. Había tantas fotos en esa cuenta de Instagram, que varios estudiantes se organizaron por Facebook para encontrar a los culpables y cuando encontraron a la autora, hicieron un llamamiento para ir a su escuela para lincharla.
La policía acordonó y protegió el centro escolar pero eso no impidió que se produjeran disturbios y algaradas. Los jóvenes lanzaron piedras a los agentes, saltaron encima de los coches y tumbaron farolas y papeleras.
Nuevamente se demuestra la facilidad con la que las personas son difamadas a través de Internet, basándose en simples rumores, y la velocidad con la que se organizan y promueven prácticas antisociales que acaban causando serios disturbios.
Amanda Todd, una chica canadiense de 15 años fue encontrada muerta la semana pasada, apenas un mes después de haber grabado y publicado un vídeo en Youtube en el que denunciaba estar sufriendo ciberbullying a raíz de un caso de sexcasting (había sido engañada para mostrar sus pechos en la webcam con 12 años y la imagen circuló fuera de su control). Su madre, que trabaja de profesora, ha declarado que desea que el vídeo, titulado My Story: Struggling, bullying, suicide and self harm (Mi historia: lucha, bullying, suicidio y autolesión), permanezca en Internet tras la muerte de su hija para contribuir a evitar nuevos casos como el de Amanda: «Es lo que mi hija habría deseado», explicó en Twitter. El vídeo ha sido visto hasta el momento por más de 3 millones de personas y ha recibido casi 70.000 comentarios de usuarios de Youtube.
Ya se han creado páginas de homenaje en Facebook y hashtags específicas en Twitter para recordar a Amanda, aunque también se siguen recibiendo mensajes crueles de burla, mostrando de nuevo que el ciberbullying post-mortem no es infrecuente. También hay personas que disculpan a quienes acosaron a Amanda Todd en Facebook, argumentando que no tienen ellos la culpa de que enseñase los pechos y publicase datos personales en Internet. Eso sucedió cuando ella estaba en 8º curso (12 años) y una captura de ella mostrando brevemente los pechos por la webcam (durante una sesión de videochat en el web BlogTV) fue distribuida entre sus familiares, amigos y compañeros de colegio por alguien que la intentaba sextorsionar. Aunque cambió varias veces de centro escolar para huir del linchamiento y aislamiento social que sufrió como consecuencia, el bullying la perseguía. «Ya no puedo recuperar esa foto. Estará en Internet para siempre», escribió la joven en su vídeo de denuncia, donde explica el intento de sextorsión: en un mensaje recibido por Facebook una año después de haberse mostrado en topless en BlogTV, su acosador le dijo: «Si no haces un show para mí (en la webcam), enviaré [la foto con] tus tetas». Las amenazas se cumplieron y este hombre llegó incluso a poner dicha foto como su perfil en Facebook (algo supuestamente prohibido y controlado por los responsables de esta red social).
Según la madre, el hombre para quien Amanda se había mostrado en topless vía webcam continuó acosándola, fingiendo ser un estudiante y añadiendo en Facebook a los compañeros de la joven, tras lo cual les enviaba el vídeo con el desnudo de la menor. Este llegó incluso a sus profesores.
Tiempo después de aquella difusión de la imagen de sus pechos y en el contexto de su búsqueda de aceptación y de amigos tras un nuevo cambio de colegio, Amanda fue golpeada por un grupo de chicos y chicas que, además, grabaron la agresión. Aquel día acabó inconsciente en una zanja, donde la encontró su padre: una vez en casa se intentó suicidar bebiendo lejía. Sus acosadores y agresores, en una muestra de extrema crueldad, se burlaron de ella etiquetándola en Facebook en fotos de botellas de lejía y publicando mensajes diciendo que ojalá muriese. Amanda había buscado refugio en las drogas y el alcohol, pero reconoce en el vídeo que esto sólo sirvió para aumentar su nivel de ansiedad. Ahora llevaba tiempo acudiendo a tratamiento psicológico.
El legado que deja la chica canadiense también inlcuye una presentación en el web Prezi donde daba consejos para actuar ante el ciberbullying, que dirigía a padres y chicos que presenciasen casos como el suyo. «Si ves que alguien está siendo acosado, no dudes en decirle al abusón que pare. Asegúrate de que sepa que lo que hace está mal y que no deberían acosar a otros chicos», aconseja Amanda en la presentación, donde también pide a los padres que «siempre den apoyo emocional a sus hijos».
«Quería también ayudar a los padres a que estén alerta, que enseñen a sus hijos cómo estar seguros en la red. Los chicos tienen iPads, iPhones, smartphones… la tecnología es mucho más accesible ahora, ese es el factor de riesgo», declaró Carol Todd, la madre de la joven.
La policía canadiense ya inició la búsqueda tanto del hombre que sextorsionó a Amanda y difundió la foto, como de los jóvenes que la acosaron y agredieron. El grupo hacktivista Anonymous ya ha publicado en Internet el nombre y dirección de un hombre de 32 años que según ellos es el culpable de sextorsionar a Amanda. Las autoridades han advertido contra las amenazas y posibles actos justicieros que se puedan dirigir contra esta persona. Mientras, la familia de Amanda ha pedido a la gente que colabore aportando información para denunciar a las personas que humillaron a su hija antes y después de su muerte, quienes podrían enfrentarse a cargos por acoso criminal.
No obstante, se ha dado a conocer que ya hace un año que las autoridades canadienses estaban al tanto de la difusión de la imagen de la menor, tras una denuncia que un internauta hizo llegar a una organización anti abuso infantil de aquel país. Según han informado, han recibido desde 2005 casi 700 denuncias por casos semejantes de grooming. Otros medios han denunciado que los casos de sextorsión a adolescentes que se muestran en el web de videochat/videoblogging BlogTV son frecuentes.
Este vídeo ha sido subtitulado al español por PantallasAmigas. Si no ves los subtítulos activados al comenzar el vídeo, puedes activarlos en el botón de subtítulos que aparece una vez comienza la reproducción, en la parte inferior derecha.
El asesinato de una adolescente, motivado por sus comentarios en Facebook y que habría sido planeado también en dicha red social, ha conmocionado los Países Bajos.
Según la acusación, la muerte de Joyce Winsie Hau, de 15 años, a manos de otro chico de 14 fue encargada por una pareja de chicos también adolescentes a causa de los mensajes que había publicado la menor sobre el comportamiento sexual de la pareja. La acusación ha solicitado la pena máxima para menores de 16 años en aquel país: un año de detención en un centro para menores y dos de libertad condicional que podrían ser ampliados hasta 7.
Aunque los juicios en los Países Bajos que implican a menores suelen trascurrir a puerta cerrada, en este caso los jueces han determinado que se realice públicamente dado el interés de la sociedad en conocer los detalles del caso.
Según una encuesta online realizada entre escolares alemanes por el instituto IKG de la Universidad de Bielefeld, aproximadamente la mitad de las víctimas del ciberbullying se sintieron muy molestas por la distribución de fotos humillantes. El estudio, dirigido por el Dr. Peter Sitzer y Julia Marth buscaba describir los diversos aspectos del ciberbullying en Alemania.
Uno de sus hallazgos ha sido determinar que algunas formas de ciberbullying producen en la víctima peores consecuencias que otras, como es el caso de las fotos y vídeos distribuidos por los ciberabusones para ridiculizar o humillar a la víctima. Los autores del estudio explican que esta forma del ciberbullying es especialmente difícil de controlar porque las imágenes digitales pueden ser reproducidas y distribuidas un número ilimitado de veces y así llegar a un público también potencialmente ilimitado. Otros tipos de ciberabuso como el tratamiento insultante, despreciativo o amenazante sólo fue percibido como muy molesto por un cuarto de los estudiantes entrevistados; según los autores la explicación estaría en que este abuso es más directo, se dirige únicamente a la víctima, y los testigos suelen ser menos. Otra posible explicación que apuntan es que los adolescentes ya lo asumen como algo normal y cotidiano entre sus pares.
Por otro lado el estudio revela que las escolares alemanas sufren también un tipo de ciberacoso sexual por el cual, contra su deseo, son requeridas insistentemente para hablar online sobre sexo, comúnmente por gente que conocen poco o nada.
Los estudiantes también reconocen en la encuesta que la forma más común en la que ciberagreden a otros es mediante insultos, ridiculización o amenazas. La difamación y el ciberacoso con connotaciones sexuales también son frecuentes. El ser excluido de grupos es raramente mencionado por las víctimas, aunque curiosamente sí por parte de los abusones: es decir, hay muchos intentos de exclusión fallidos, que no llegan a herir a la pretendida víctima porque simplemente no los percibe. En este sentido también revela el estudio que hay más escolares que dicen haber reenviado fotos y vídeos de otros que los que saben que dichas imágenes humillantes de ellos están circulando.
Los autores del estudio remarcan la gravedad del problema del ciberbullying y la necesidad de la prevención. Según recomiendan, es tarea de los padres y educadores enseñar a los menores a comportarse de una manera socialmente responsable con los demás. También aconsejan tomar medidas firmes cuando se producen estos casos: según muestra la encuesta más de la mitad de los abusones reconocieron que sus ataques no les habían supuesto ninguna consecuencia negativa para ellos.
Los padres de una adolescente de Kent (Reino Unido) que falleció hace dos años, han denunciado que su recuerdo en las redes sociales ha sido «destruido» por mensajes insultantes enviados por un joven de 17 años.
Este joven que publicó mensajes ofensivos contra el recuerdo de Charlotte Porter en una página póstuma que la familia tenía sobre ella en Facebook, una año después de su fallecimiento, había sido condenado ya en 2011 a 18 semanas de prisión por publicar otros mensajes ofensivos en un foro online.
La madre de Charlotte Porter afirmó que no se pueden permitir actitudes de trolls como este que están destrozando familias.
La fiscalía británica inició más de 2.000 procesos al amparo de la sección 127 de la Communications Act en 2011, y al menos 2 personas fueron encarceladas por este tipo de publicaciones en Internet. Las autoridades han recordado que el principio fundamental para las publicaciones online es que lo que es ilegal fuera de la Red, también lo es online.
Mentir sobre la edad en las redes sociales implica riesgos para los adolescentes
PantallasAmigas hace un llamamiento para que responsables de redes sociales, familias y educadores tomen conciencia y actúen al respecto. Figurar con una edad superior a la real puede poner en situaciones delicadas tanto a quien lo hace como a terceras personas. La edad de consentimiento sexual y las expectativas de relación por parte de personas mucho mayores son dos puntos críticos.
Las redes sociales online en España son gestionadas por empresas que establecen condiciones de alta, como contar con una edad mínima, a quienes desean utilizarlas. En el caso de Tuenti, la red social preferida por nuestros adolescentes, se exigen los 14 años cumplidos. Facebook modificó en 2010 su edad mínima de 13 a 14 años para los usuarios españoles, tras ser requerido por el director de la Agencia de Protección de Datos. Sin embargo es un hecho constatado y, en buena medida, socialmente admitido, que los adolescentes acceden a las redes sociales con una edad menor. Para hacerlo, a una niña de 12 años le bastará con decir en el formulario de alta de Tuenti que tiene 14.
A la empresa no se le puede exigir responsabilidad legal por ello. No obstante, la compañía es sensible a este problema y dedica un equipo de profesionales a identificar y expulsar de su servicio a las personas que identifican como menores de 14 años. Es un compromiso empresarial tan loable como insuficiente. En efecto, los estudios confirman lo que PantallasAmigas observa a diario en las aulas: se incrementa el número de menores de 14 años que usan Tuenti, cada vez lo hacen a edades más tempranas y, probablemente, durante más tiempo. Datos recientes apuntan a que 1 de cada 5 niños españoles entre 9 y 12 años usa Tuenti: esto quiere decir que dicen tener 14 años o más en su vida digital.
Jorge Flores , director de PantallasAmigas, llama la atención ante una situación agravante. «Venimos constatando una realidad no recogida aún en los estudios: cuando un adolescente figura en Tuenti con una edad superior a la suya, rara vez la corrige. Esto es, si con 11 años dijo que tenía 14 para poder entrar en Tuenti, tres años más tarde, cuando cumpla 14, figurará que tiene 17, pero no cambiará su edad a la real aunque ya no le sea necesario mentir para poder estar en la red social».
¿Cuáles son los riesgos?
Jorge Flores señala dos situaciones que pueden ser delicadas a raíz de esto. La primera tiene que ver con la edad de consentimiento sexual, establecida en España en los 13. «Quien en la red social dice tener 14 años está manifestándose con capacidad legal para el consentimiento sexual y esto puede suponer que terceros hagan uso de esa información. De esta suerte, podemos encontrarnos con un adolescente de 16 años realizando solicitudes sexuales a una niña que en realidad tiene 11 años. Con independencia de la culpabilidad o intencionalidad del solicitante y del desenlace concreto, la menor puede sufrir daño».
La segunda situación de riesgo está relacionada con las expectativas en la relación que pueden establecerse frente a edades irreales o el efecto de atracción que éstas puedan tener. «Por ejemplo, una niña que se dio de alta con 11 años diciendo que tenía 14, cuando llega a los 14 figura con 17, y es entonces cuando puede ser pretendida por jóvenes de 18 o 19 años. Son edades delicadas, y aunque cada persona es un caso, grandes diferencias de edad en el seno de parejas no suele ser lo más deseable a estas edades»., afirma el director de PantallasAmigas.
¿Por qué no ponen su verdadera edad al cumplir los 14?
Según Jorge Flores, tres son las posibles razones por las que muchos adolescentes no revisan su edad una vez cumplidos los 14 años requeridos para estar en las comunidades virtuales:
piensan que otras personas en la red social pueden sentirse defraudadas por haber sido engañadas respecto a la edad real o bien por ser ésta menor;
por descuido o desatención, por un lado, ya que juega un papel importante el no ser conscientes de las implicaciones negativas que puede acarrear mantener esta mentira y, por otro, también sucede que consideran suficiente que sus verdaderos amigos ya conozcan su edad real;
porque no tienen claro que la red social les vaya a sancionar al evidenciar que hubo engaño durante uno cierto tiempo.
Así pues, empresas responsables de redes sociales, padres y madres, educadores y organizaciones de protección de los derechos de la infancia tenemos una nueva responsabilidad: trabajar para crear las condiciones para que las personas adolescentes mejoren su vida digital.
¿Qué hacer para corregir esta situación? Responsabilidad social
Desde PantallasAmigas entienden que han de ponerse en marcha tres tipos de actuaciones para disminuir estos retos:
las empresas propietarias de las redes sociales podrían hacer saber a sus usuarios mayores de 14 años que no sancionarán a quienes corrijan su edad;
padres y madres deben visualizar esta situación de mayor edad declarada para obrar conforme a su criterio en las labores de educación y supervisión;
las organizaciones que trabajan en la defensa de los menores y por el uso seguro de la red en la infancia y la adolescencia debemos estimular la reflexión entre los y las adolescentes.
Aunque falsear un perfil en una red social puede constituir desde falsedad de documento público hasta un delito tipificado en el Código Penal, la Justicia no está actuando adecuadamente al respecto, según explica Carlos García-León en Expansión. Pero al menos por la vía de la AEPD se está actuando, como ya explicaba Ofelia Tejerina, de PantallasAmigas, hablando de otros problemas en la Red. Ahora la AEPD ha impuesto una multa de 2.000 euros a un usuario por suplantar la identidad de otra persona en la red Badoo. Según García-León los jueces españoles tampoco han creado jurisprudencia al respecto.
La AEPD recibió la denuncia de una particular en la que explicaba que venía recibiendo llamadas en su teléfono móvil relacionadas con un perfil supuestamente abierto por ella en la red social Badoo. En dicho perfil existían fotografías suyas, además de un texto solicitando relaciones sexuales con hombres y referencias a las supuestas preferencias sexuales de la denunciante.
Tras las investigaciones realizadas por la AEPD y la Guardia Civil se pudo identificar, a través de los ISP la dirección IP desde la que había sido creado el perfil, y que se correspondía con una cuenta telefónica perteneciente a la actual pareja de su ex-pareja.
La AEPD ha acordado imponer a la denunciada una sanción de 2.000 Euros, por una infracción grave del artículo 6 de la Ley Orgánica de Protección de Datos, referido al necesario consentimiento del afectado para el tratamiento de datos personales.
Pero, ¿en qué casos es delito suplantar la identidad en las redes sociales? En opinión del abogado Alejandro Touriño, podríamos hablar de tres supuestos:
Si la conducta consiste simplemente en registrar un perfil falso sin utilizar los datos ni la fotografía de nadie en concreto, la acción no tiene repercusión desde el punto de vista jurídico, más allá del probable incumplimiento de los términos de uso de la red social.
Si el perfil utiliza nuestra fotografía o nuestros datos, se estaría produciendo, en primer lugar un ilícito civil, por vulneración del derecho a la propia imagen reconocido por el artículo 18 de la Constitución Española.
El anterior comportamiento supondría además un delito de usurpación de identidad o estado civil, previsto por el artículo 401 del Código Penal.
Un adolescente de Córdoba (Argentina) de 13 años simuló en Facebook ser una joven empresaria, logró enamorar a un muchacho de 20, y luego lo extorsionó por 100 mil pesos inventando el secuestro de la supuesta chica.
El chico habría creado en enero el personaje de una hermosa empresaria de 26 años usando como foto de perfil la de la novia de un pariente y como apellido el de una adinerada familia local. Luego empezó a agregarle contactos, y así fue como dio con el joven de 20 años que acabó enamorándose del personaje creado por el chaval, pensando que era real.
Durante los siete meses de romance virtual, peleas y reconciliaciones, se intercambiaron fotos y mensajes hasta que un día ella le cita en Buenos Aires. El día de la prevista cita la policía recibe la denuncia del enamorado: habían secuestrado a la chica y le pedían por su rescate 100 mil pesos. A través del SMS, el chico cordobés se hizo pasar por delincuentes que la había retenido: fueron 15 mensajes de texto, que duraron toda la madrugada, que advertían de que si no pagaba, la violarían y la asesinarían. La policía inició una investigación e incluso rastrearon el aeropuerto. Interviniendo el teléfono del novio, dieron con el titular, que era el pariente del chaval. Al muchacho lo encuentraron en el colegio desde donde continuaba enviando mensajes. Al parecer habría dos o tres chicos más involucrados, según la policía.
Un chico escocés de 16 años comparecerá en los juzgados por haber incitado a distubios desde la red social Facebook. Esta figura existe como tal en el derecho penal anglosajón y le puede acarrear penas de cárcel.
El martes, fecha en la que se produjeron algunos intentos de daños a propiedades privadas en la ciudad, salió a la luz que un usuario que proclamaba ser «el hombre más odiado de Glasgow» había creado el día anterior una página en Facebook bajo el título Glasgow Riot Friday 12th August 2011 (Disturbio de Glasgow, viernes 12 de agosto). Decenas de otros usuarios de dicha red y residentes también en Glasgow denunciaron su existencia a los responsables de Facebook. La página fue rápidamente eliminada al recibirse esas denuncias. La policía ha animado a los ciudadanos a denunciar todo plan de disturbios del que tengan conocimiento.
La policía está vigilando estrechamente las redes sociales de Internet después de que se haya apuntado a Twitter y Facebook, pero sobre todo a los mensajes encriptados enviados mediante smartphones de la marca Blackberry como los medios que utilizaron para coordinarse los participantes en los primeros disturbios. De hecho las autoridades británicas han pedido a la empresa acceso a dichos mensajes encriptados y ha amenazado con bloquear el acceso a dichos webs y cuando menos, impedir el acceso a los sospechosos de participar en los actos de violencia.
Cuando la australiana Zoey (nombre ficticio) comenzó en el instituto con 13 años —chica guapa, inteligente y deportista— comenzó también sus primeros flirteos adolescentes. Empezó a enviar SMS a un chico un año mayor que había conocido en verano, y que era uno de los chicos más guays.
Una noche el chico le mandó a Zoey un SMS con una petición inesperada: «Mándame una foto». Zoey le preguntó a qué quería que le tomase la foto. «Quítate la ropa», le contestó. Ella no respondió entonces pero el chico continuó acosándola con sus peticiones justificándose con que «todo el mundo lo hace», «no seas estrecha», etc. hasta que una noche ella entró con el teléfonos en el cuarto de baño de su casa, se desvistió y se sacó una foto de cuello para abajo en el espejo. Unos segundos después dio a Enviar y él tuvo su foto.
Al de unos días ella tuvo el convencimiento de que el chico había compartido la foto: cuando ella pasaba por el comedor escolar notaba la mirada del grupito de amigos del chico. Pronto comenzó a recibir mensajes de otros chicos pidiéndole fotos. Ahora con 15 años Zoey recuerda: «Pasé por el mismo proceso de nuevo con otros dos chicos». «Yo sólo quería hacer amigos y ser popular, y pensaba de verdad que si accedía ellos serían mis amigos.»
Meses después, cuando las sonrisitas en el insituto fueron demasiado para soportar en solitario, Zoey se derrumbó llorando en casa y sus padres lo descubrieron. Se sintieron fracasados al ver que las estrategias con que habían educado a su hija para ser capaz de resistir las manipulaciones de los chicos, habían fallado.
Nina Funnell, investigadora que trabaja en un libro sobre el cortejo entre adolescentes, se ha encontrado con muchos casos como el de Zoey y afirma que muchas de estas niñas acaban siendo etiquetadas de putas una vez que las imágenes se difunden víricamente. Y advierte de que otras chicas son a menudo cómplices en esa retrasmisión del sexting y que hay otras que incluso están orgullosas de producirlo y no comprenden por qué les preocupa a padres y profesores/as. Asegura que es de ingenuos pensar que las chicas sólo envían fotos de sexting presionadas o tan siquiera requeridas por los chicos. Algunas chicas estudian incluso con detalle la elaboración de las fotos, metiendo barriga o resaltando bien sus pechos. Funnel habla de casos de chicos que se han sentido intimidados por recibir en su móvil fotos de chicas que no habían solicitado en absoluto: esto les resulta especialmente molesto a los chicos más jovencitos.
Funnel advierte de que pese a que el término sexting es el usado por los medios, no lo usan los propios chicos [Nota de PantallasAmigas: al menos, en Australia], que simplemente se refieren a las fotos como imágenes sexys, y que a menudo son parte de una secuencia de mensajes para ligar o entre novios, que no tiene relación alguna con el ciberbullying. Esta realidad les resulta dura de aceptar a muchos padres, madres y docentes y los adolescentes son muy conscientes de esta visión tan diferente, que lleva a algunos a tener un móvil y una cuenta en las redes sociales, que sus padres no conocen ni controlan y que usan para el sexting.
La investigación de Funnell ha revelado que los adolescentes homosexuales practican mucho el sexting, y aunque para los chicos heterosexuales tampoco es raro mandar sus fotos a las chicas, en este caso es poco frecuente que se reenvíen víricamente: Funnel lo explica por el miedo a que alguien descubra en el móvil de un chico la foto de otro chico desnudo y lo acuse de gay.
Para la expolicía Susan McLean a los padres les resulta difícil de aceptar que sus hijos/as hagan sexting, porque piensan que eso es sólo cosa de las guarrillas de la clase. McLean identifica varios escenarios en los que las adolescentes producen sexting, un acto mucho menos común que el reenvío, según afirma:
Casos de presión de un novio/ligue/amigo como el de Zoey.
Chicas que se lo mandan a su novio «porque le quiero».
Fotos sacadas durante la habitual desinhibición etílica en fiestas-borracheras.
El impacto socioemocional de la difusión suele ser devastador para las chicas, equivalente a un «suicidio social», según McLean. Aquí también funciona la doble moral sexista: las chicas que hacen sexting son unas guarras, y los chicos, unos sementales. En su opinión la gran disponibilidad de porno en Internet, la cultura de las celebridades, el modelo en boga de mujer sexualmente segura y agresiva y la táctica de que «si tú no me pones la webcam, otra lo hará», contribuyen a normalizar el sexting entre las chicas. La psicóloga a la que acudió la familia de Zoey había atendido en 6 meses a 4 chicas de entre 12 y 15 años por casos diferentes de sexting.
Según los psicólogos adolescentes la presión de los pares entre los adolescentes es hoy día mayor que nunca. Los teléfonos móviles e Internet han hecho que esté presente 24 h al día los 7 días de la semana, y que no dé tregua.
Según el exprofesor Tony Richards, el problema con el sexting es para los chicos que son ahora adolescentes, pues los que están ahora en primaria ya están comenzando a ser educados acerca de estos riesgos y en las consecuencias legales del sexting, p.ej. porque las escuelas «están despertando».
Echando la vista atrás, Zoey se pregunta cómo fue posible pasar en cuestión de pocos meses de ser una alumna modelo de educación primaria, a ser una adolescente que mandaba fotos de sí misma desnuda a los chicos. Ella y su madre desearían que alguien las hubiese prevenido acerca del sexting antes de empezar el instituto y de haber tenido su primer teléfono celular.