Instagram, aplicación que permite compartir fotos en diferentes redes sociales, ha sido objeto de varias polémicas esta semana. La última, el intento de linchamiento por parte de un grupo de adolescentes que trataron de acceder a la escuela de quien había subido varias fotos de sexting de ellos a Instagram.
Al parecer, una estudiante sueca de 17 años había solicitado fotos de sexting para ponerlas en Instagram con la promesa de no desvelar la fuente de quien le pasara las fotos. Su cuenta se llenó de cientos de fotos de niños y niñas de 13/14 años, muchos con sus nombres incluidos y con las supuestas actividades sexuales que se realizaron. Según comentan los afectados y sus compañeros, no había desnudos ni fotos comprometidas, pero las sugerencias y esas supuestas actividades sexuales fueron suficientes para enfurecer a los afectados. Había tantas fotos en esa cuenta de Instagram, que varios estudiantes se organizaron por Facebook para encontrar a los culpables y cuando encontraron a la autora, hicieron un llamamiento para ir a su escuela para lincharla.
La policía acordonó y protegió el centro escolar pero eso no impidió que se produjeran disturbios y algaradas. Los jóvenes lanzaron piedras a los agentes, saltaron encima de los coches y tumbaron farolas y papeleras.
Nuevamente se demuestra la facilidad con la que las personas son difamadas a través de Internet, basándose en simples rumores, y la velocidad con la que se organizan y promueven prácticas antisociales que acaban causando serios disturbios.
El 4,3% de los menores ha recibido imágenes sugerentes de personas de su entorno (sexting pasivo), y un 1,5% reconoce haberse hecho a sí misma/o fotografías de carácter sexy (sexting activo).
El sexting activo es más practicado por chicas (2,2%) al contrario que sexting pasivo, más practicado por los chicos (5,1%).
Estados Unidos
Un estudio publicado en la revista Pediatrics sobre el sexting entre los menores estadounidenses, reveló que sólo el 1% envían imágenes sexualmente explícitas (es decir, que muestran pechos desnudos, genitales o el culo, según la definición del estudio) que podrían ser constitutivas de delito de pornografía infantil según las leyes de los EE. UU.
Otros datos revelados por el estudio fueron:
7% afirman haber recibido imágenes de otras personas desnudas o casi-desnudas.
El 5,9% las han recibido sexualmente explícitas.
De los que recibieron imágenes de sexting, el 56% eran chicas, y el 55% tenían 16 ó 17. Ninguna tenía menos de 12 años.
El 9,6% aparecía en imágenes desnudo o casi desnudo, o las había sacado o recibido (es decir, había estado implicado de alguna manera en un caso de sexting).
El 2,5% aparecía en dichas imágenes o las había creado. De esos, el 61% eran chicas, el 72% tenían 16 o 17 años y sólo el 6% tenían 10, 11 ó 12 años.
Del total de los entrevistados, el 1,8% se había sacado a sí mismo/a, el 0,3% había sido grabado/fotografiado por otra persona y el 0,4% había grabado/fotografiado a otro menor.
De los que salían en las imágenes o las habían sacado sólo el 54% mostraba pechos, genitales o culo desnudos.
Entre los que las recibieron, ese tipo de imágenes suponía el 84%.
El reenvío es poco frecuente: fueron distribuidas o publicadas en Internet en el 10% de los casos de sexting activo y sólo en el 3% de sexting pasivo.
El sexting activo sucedió:
Una sola vez en el pasado año, para el 41%.
Dos veces para el 23%.
De 3 a 5 veces para el 26%.
6 veces ó más para el 10%.
El sexting pasivo sucedió:
Una sola vez en el pasado año, para el 39%.
Dos veces para el 33%.
De 3 a 5 veces para el 22%.
6 veces ó más para el 6%.
En una encuesta realizada por Associated Press y el canal de televisión MTV uno de cada tres adolescentes y adultos jóvenes encuestados reconoció haber tomado parte en el sexting. El 61% de ellos reconoció que el sexting es «un problema» para los internautas su edad. Solamente el 10% de los encuestados que dijeron que habían intercambiado mensajes sexuales con personas que sólo conocen de Internet. En un estudio similar realizado en 2009 esa cifra era del 29%.
De los casos en que había un adulto implicado, la mitad de esos adultos tenían entre 18 y 25 años. En un 5% de este tipo de casos eran los menores quienes enviaban sus desnudos a los adultos en busca de sexo, es decir, casi un 2% del total de casos analizados.
En el 6% del total de casos el comportamiento era gravemente delictivo al implicar sextorsión o abuso sexual entre los propios menores.
En el 17% del total de casos se había producido distribución del sexting sin autorización.
En su mayoría (63%) los casos no pasaron más allá de los teléfonos móviles, es decir: no acabaron en Internet.
En dos de cada tres casos las imágenes mostraban los genitales o relaciones sexuales, y por tanto serían pornografía infantil según las leyes federales de los EE. UU.
El intercambio de imágenes de sexting juega un papel relevante en las relaciones sexuales ilícitas entre adultos y menores.
Investigadoras de la Universidad estadounidense de Rhode Island realizaron una encuesta entre jóvenes en edad universitaria y encontraron que 2/3 (67%) habían realizado sexting y el 78% también lo habían recibido. El 17% incluso lo había reenvíado a terceras personas.
México
Una encuesta de la organización mexicana ASI reveló que el 90% de las personas que envían sexting, autofotografiándose en poses eróticas o desnudas, son mujeres. En una amplia encuesta realizada a más de 10.000 estudiantes mexicanos de cuarto de primaria hasta tercero de secundaria (el 85% tenía entre 12 y 16 años) dio a conocer que casi el 8% de estos jóvenes reconocen haber enviado imágenes suyas desnudos o semidesnudos a conocidos o extraños. El 36,7% de los encuestados dijo conocer a alguien que ha enviado o reenviado imágenes de ese tipo, y el 10,2% reconoció haber enviado mensajes de e-mail o de SMS con insinuaciones sexuales (sexting textual).
Luz María Velázquez Reyes, del Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México, comunicó en noviembre de 2011 las siguientes cifras después de entrevistar a 708 estudiantes (232 de bachillerato y 476 de licenciatura):
80% habían visto imágenes de personas semidesnudas o desnudas en las redes sociales.
20% se tomó fotografías o videos sexualmente sugestivos.
20% recibió invitaciones para retratarse en poses eróticas o pornográficas.
El 45% compartió material erótico recibido por teléfonos celulares.
10% lo ha publicado en sus perfiles o lo ha enviado a sus contactos.
60% recibió imágenes o videos con estas características.
En el 25% de los casos, los jóvenes los comparten con su pareja, y el 10 por ciento, con personas cercanas.
El 55% de los encuestados conoce a alguien que guarda fotografías o videos de novias.
Según su estudio la policía de ese país trató en 2008 y 2009 casi 3.500 casos de sexting (definido a efectos del estudio como imágenes sexuales producidas por menores susceptibles de ser consideradas pornografía infantil). En 2/3 de los casos existían condiciones agravantes:
En un 36% de los casos había un adulto implicado. La mitad de esos adultos tenían entre 18 y 25 años. De los casos en que había adultos, un 5% eran los menores quienes enviaban sus desnudos a los adultos en busca de sexo, es decir, casi un 2% del total de casos.
En un 31% había algún menor que había actuado con malicia, de manera abusiva o sin consentimiento. Es decir, o había intentado causar mal (sextorsión, abuso sexual, malicia…) o había hecho un uso ilícito (creación o distribución de las imágenes sin el conocimiento del menor o la menor retratada o contra su voluntad). El 18% de estos casos (casi el 6% del total) el comportamiento era gravemente delictivo al implicar sextorsión o abuso sexual. En la mayoría de casos (57%, el 17% del total) se trataba tan sólo de distribución del sexting sin autorización. Los autores identifican como causa frecuente, una ruptura de pareja.
En su mayoría los casos (63%) no pasaron más allá de los teléfonos móviles, es decir: no acabaron en Internet. Concluyen por ello que la mayoría de los incidentes de sexting no llegan a trasladarse a la Red.
Sólo en unos pocos casos algún implicado acabó siendo registrado públicamente como delincuente sexual (en los EE. UU. y otros países existen ese tipo de registros públicos donde se publican los nombres de personas condenadas por delitos de tipo sexual). Las detenciones son raras en los casos en que no hay adultos implicados, a no ser que haya abuso sexual entre los menores o chantaje.
En dos de cada tres casos las imágenes mostraban los genitales o relaciones sexuales, y por tanto serían pornografía infantil según las leyes federales de los EE. UU. En el 84% de los casos había habido distribución de las imágenes.
En cuanto a cómo gestionó la policía los diversos casos:
62% de los casos con adulto implicado llevó a una detención.
Hubo también detenciones en el 36% de los casos menor-menor. En el 70% de las detenciones se trataba de menores que habían abusado sexualmente de otros y que habían grabado o fotografiado dicho ataque. Otro 20% habían camelado a otros menores para enviarles fotos de sexting a través de Internet.
En los demás casos, hubo detención en el 18% de los sucesos de sexting denunciados.
Los autores advierten de que los casos que llegan a la policía no son representativos del conjunto del sexting juvenil pero sí que son una de las fuentes más sistemáticas y completas disponibles sobre el problema, sobre todo acerca de sus implicaciones delictivas.
La clasificación de los casos de sexting que realizaron los autores fue la siguiente:
Casos de sexting con agravantes:
Adultos implicados.
Menor actuando con malicia.
Casos de sexting normales:
Dentro de una pareja.
Búsqueda de atención o ligue.
Otros tipos.
Los investigadores concluyen que el sexting, incluso cuando entra dentro de lo ilegal o denunciable, constituye un fenómeno muy variado. En ocasiones hay elementos delictivos graves (chantaje, abuso sexual, relaciones ilícitas con adultos…) pero en otro 33% de casos no existe tal gravedad y son más bien debidos al interés por experimentar, a una relación sexual de pareja o al flirteo. Los 1.750 casos por año que estima el estudio son una cifra relativamente baja, para los autores del informe, para un país como los EE. UU. No obstante, avisan de que no sirve para estimar la prevalencia del sexting pues la inmensa mayoría de casos no llega a manos de la policía.
Apuntan también a que el intercambio de imágenes de sexting juega un papel relevante en las relaciones sexuales ilícitas entre adultos y menores y que supone un reto para padres, pediatras y autoridades porque el o la menor puede sentir un vínculo muy fuerte con el adulto y no sentirse víctima de él (o ella). También llaman la atención sobre los casos de menores muy jóvenes que están usando el sexting para llamar la atención de los demás.
Cinco alumnas del 2º Curso de Ciclo de Técnico Superior de Laboratorio de Diagnóstico Clínico del CIFP Camino de la Miranda de Palencia obtuvieron los análisis de un paciente cuando hacían prácticas en el Hospital Río Carrión, de los cuales hicieron una fotografía que publicaron en la red social Tuenti, al parecer con objetivo vejatorio y ridiculizador.
Sus compañeros de prácticas al tener conocimiento del hecho remitieron un escrito de protesta a la Dirección Provincial de Educación y al centro hospitalario, en el que muestran su «malestar y rechazo» ante esta divulgación de datos sanitarios privados que ha «conculcado el derecho a la privacidad del paciente», y reclaman medidas «disciplinarias y académicas» contra las alumnas implicadas. Estos alumnos se quejan de que el hospital donde realizan sus prácticas no les ha informado de las pautas que deben seguir en estos casos. La actuación de estas alumnas ha perjudicado a todos sus compañeros —denuncias— al haber perdido la confianza del personal del laboratorio y haber recibido sanciones colectivas indiscriminadas. Denuncian así mismo que de las 5 implicadas, 4 han sido expulsadas del hospital, lo que paradójicamente las ha beneficiado al haber terminado así antes sus prácticas.
Según la Ley Orgánica de Protección de Datos española, los datos relativos a la salud son de nivel alto de seguridad y el responsable es la autoridad médica que los recaba, aunque al parecer los alumnos en prácticas en el centro referido firmaron un contrato de confidencialidad, que habría sido vulnerado. Su divulgación sin consentimiento se considera una falta grave del Reglamento de dicha ley.
Según un reciente estudio de la agencia Europol, de la Unión Europea, la crisis económica mundial está influyendo en el aumento del cibercrimen, y una de las señales es que los estudiantes de carreras relacionadas con la Informática están siendo reclutados en las facultades y escuelas técnicas por bandas de crackers.
El estudio prevé que un número cada vez mayor de jóvenes desempleados se unirán al cibercrimen en los próximos años. Según el mismo informe Internet se ha convertido en una herramienta para el crimen organizado, que le ofrece comunicación, información, venta y reclutamiento. Entre los ejemplos que menciona Europol destaca que las organizaciones criminales están usando banca online, sistemas de apuestas online y de monedas virtuales para juegos online para el blanqueo de dinero. Existen incluso proveedores especializados en suministrar datos y herramientas a estos grupos de crackers, como p.ej. bases de datos de tarjetas de crédito.
Los jóvenes están utilizando sus teléfonos móviles para cientos de cosas pero principalmente para relacionarse entre ellos. Entran en internet, se mandan mensajes, actualizan sus perfiles de Facebook o Tuenti, pero también se mandan fotos con contenido sexual. El problema es que los padres no ven lo que sus hijos están haciendo con sus móviles, sus ordenadores o sus videoconsolas. (…) ahora hay peligros que no conocemos, los padres no conocen lo suficiente sobre nuevas tecnologías como para ayudar a sus hijos a estar protegidos.
(…)
Los jóvenes pueden hacerse daño a sí mismos simplemente escribiendo en Facebook algo que luego pueda arruinar su día, su semana o el curso entero. También pueden hacerse daño entre ellos y por supuesto pueden ser molestados por terceras personas. (…) En el caso del cyberbullyng es difícil saber cuándo pasa esa línea en la que deja de ser un mensaje molesto y pasa a ser una amenaza real y se convierte en algo criminal.
(…)
Últimamente se está dando mucho algo que podría llamase abuso [maltrato] digital’: parejas demasiado celosas que quieren saber en todo momento dónde estás, con quién estás, con quién te intercambias mensajes, quién te llama. (…) las nuevas tecnologías están tomando un papel muy importante en las relaciones [de pareja]. Ahora es muy fácil espiar a tu pareja y hay ciertas acciones que pueden derivar en una falta de intimidad.
(…)
está aumentando el riesgo de enfermedades mentales en los jóvenes. Están siempre conectados a sus dispositivos y están sufriendo un nivel muy alto de estrés. ¿He recibido un mensaje? ¿Lo he respondido lo suficientemente rápido? En Estados Unidos, un 24% de los jóvenes duerme con el móvil al lado para no perderse ni un mensaje. Eso quiere decir que están perdiendo horas de sueño con lo que esto conlleva en el desarrollo físico y psicológico de los adolescentes.
(…)
Lo mejor que pueden hacer es hablar con sus hijos, conocerlos, formar parte de sus vidas. (…) Es necesario pasar tiempo juntos, como familia. Probablemente la mejor arma para luchar contra las amenazas en la Red sea una buena cena en familia. (…) cuanto más cercano estés a tus hijos, más fácil te resultará protegerlos de los riesgos que hay en la red. Lo que no hay que hacer es espiarles. Si creen que les están espiando lo que hacen, no van a confiar en ti cuando tengan un problema.
También es importante que los padres pongan las normas porque si no tienen unas normas que cumplir, se las van a saltar. Hay que dejarles bien claro que no pueden enviar o recibir mensajes por la noche, que no pueden llevar el móvil a clase o navegar por la red cómo y cuándo quieran, que tienen que enseñarte todo lo que se descargan. Al final es igual que en la vida real, tú dices a tus hijos qué es lo que está bien y lo que está mal y si tienes una buena relación con ellos, te harán caso.
El 26’6% de los adolescentes españoles practica o padece ‘ciberbullying‘, forma de acoso escolar que se realiza a través del teléfono móvil, Internet y otras nuevas tecnologías. Según los datos facilitados por el Injuve, el 10,5% de los adolescentes se ve implicado en estas actividades de ciber-acoso vía mensajería instantánea; el 4,6% a través del chat; el 4,3% por mensajes de teléfono, el 2,8% vía correo electrónico, el 2,7% por teléfono y el 1% a través de fotografías o vídeos.
Estas actividades son fuente de problemas de salud mental en los adolescentes que pueden replicarse durante su edad adulta. Entre el 10 y el 20% de los adolescentes a nivel mundial tiene algún problema de salud mental, según la OMS.
«No deberíamos publicar en Internet lo que no gritaríamos indiscriminadamente en la plaza de nuestra ciudad» alerta el abogado coruñés experto en derecho informático Víctor Salgado.
La mayoría de las denuncias que recibe la Guardia Civil sobre ciberdelitos tienen dos denominadores comunes: la edad de los ´ciberdelincuentes´ se sitúa entre los 15 y los 30 años y sus conocimientos en informática son más que aceptables.
Los delitos más frecuentes son los relacionados con la intimidad de las personas, como injurias, calumnias, amenazas y hasta suplantación de la identidad. Las penas varían respectivamente desde la multa de seis a doce meseshasta la prisión de dos a cinco años.
El joven que acaba ante la Guardia Civil sólo quería gastarle una broma a un compañero. «Se dan de alta en las redes unos a otros e incluyen en los perfiles de la ´víctima´, por ejemplo, insultos a profesores o a otros estudiantes», concretan los investigadores.
«Todo el mundo cuelga fotos y datos reales; cualquiera puede abrirte un perfil sin que tu lo sepas», advierte Gonzalo Sotelo. Eso es lo que le ocurrió a una chica, cuyo ex novio, como venganza, le creo un sitio en una red social de Internet con su nombre, su foto y su número de teléfono real ofreciendo sexo. Dar con los denunciados, pese al anonimato que proporciona Internet, no es complicado. «Igual que un atracador de bancos, cometen errores; se hace una investigación técnica, pero también del entorno de la víctima, y ahí siempre los solemos localizar»
Un joven sevillano (mayor de edad) ha sido condenado a una multa de 100 euros por burlarse mediante un fotomontaje de un compañero. La foto fue difundida durante dos meses en la red social española Tuenti, con lo cual el juez considera que «provocó comentarios despectivos contra la víctima» y que supuso «un deliberado ataque a la dignidad personal del menor denunciante y a su imagen y buena fama entre los compañeros del colegio, guiado por el propósito de un menoscabo personal y moral».
Los menores que participaron en la burla, en cambio, han sido condenados a trabajos en favor de la comunidad en un comedor de caridad próximo al colegio.
¿Por qué son tan estrictos los profesores y directores de instituto con el uso de los móviles? Porque los móviles y los mp3 o mp4 son unas herramientas con las que se puede vulnerar la intimidad de los alumnos así como de los propios profesores.
El Reglamento Orgánico de Funcionamiento (ROF) de algunos centros incluye en un apartado la prohibición móviles o mp3.
Algunos centros aplican medidas expeditivas para prevenir el mal uso: la expulsión.
Grabar y llamar desde el móvil también está prohibido en el IES Gaona. «Es un delito grabar a menores o mayores sin su consentimiento y lo peor es que hay que advertírselo porque muchos no lo saben», reseña el jefe de estudios del IES Gaona, en Málaga.
En el instituto Torre del Prado si perciben que un alumno usa su móvil, se le retira y, generalmente, deben ir sus padres a recogerlo. «Lo primero es que ellos tienen muy claro que está prohibido utilizarlo y cuáles son las consecuencias. No queremos repetir episodios de otros centros que han saltado a la prensa por imágenes tomadas a docentes o a alumnos», como subraya el director del instituto Alfonso Balsera. Así los alumnos no podrán alegar ignorancia para zafarse de la reprimenda que, en muchos casos, es no poder asistir a clase.