Instagram, aplicación que permite compartir fotos en diferentes redes sociales, ha sido objeto de varias polémicas esta semana. La última, el intento de linchamiento por parte de un grupo de adolescentes que trataron de acceder a la escuela de quien había subido varias fotos de sexting de ellos a Instagram.
Al parecer, una estudiante sueca de 17 años había solicitado fotos de sexting para ponerlas en Instagram con la promesa de no desvelar la fuente de quien le pasara las fotos. Su cuenta se llenó de cientos de fotos de niños y niñas de 13/14 años, muchos con sus nombres incluidos y con las supuestas actividades sexuales que se realizaron. Según comentan los afectados y sus compañeros, no había desnudos ni fotos comprometidas, pero las sugerencias y esas supuestas actividades sexuales fueron suficientes para enfurecer a los afectados. Había tantas fotos en esa cuenta de Instagram, que varios estudiantes se organizaron por Facebook para encontrar a los culpables y cuando encontraron a la autora, hicieron un llamamiento para ir a su escuela para lincharla.
La policía acordonó y protegió el centro escolar pero eso no impidió que se produjeran disturbios y algaradas. Los jóvenes lanzaron piedras a los agentes, saltaron encima de los coches y tumbaron farolas y papeleras.
Nuevamente se demuestra la facilidad con la que las personas son difamadas a través de Internet, basándose en simples rumores, y la velocidad con la que se organizan y promueven prácticas antisociales que acaban causando serios disturbios.
Sexting, en su significado más puro y actual, es la producción de imágenes propias (fotografías o vídeos) de alto contenido erótico o pornográfico y su envío a otra persona mediante el teléfono móvil.
Realizar sexting, por lo tanto, no supone un daño en sí mismo para quien lo realiza salvo que su producción o envío pudiera tener consecuencias legales directas, como ocurre en alguno de estos casos donde, por ejemplo, la imagen:
puede ser calificada de pornografía infantil.
incluye otras personas que no han consentido su producción o difusión.
es de alto voltaje y enviada a menores o incapaces.
¿Por qué es una práctica de riesgo?
Pongamos el caso de una mujer adulta que genera un vídeo íntimo de sí misma, donde puede ser reconocida, y lo envía a su pareja con el deseo y convencimiento de que no será compartido con nadie. Los problemas pueden comenzar cuando esas imágenes llegan a otras personas, son publicadas online, o están en manos de un chantajista que, en ocasiones, puede incluso ser el destinatario original del envío.
Si la fotografía o grabación alcanza difusión pública, bien por haber sido publicada en Internet, bien porque se ha distribuido entre smartphones de forma profusa se produce una primera afectación del honor, la intimidad y la propia imagen.
Este problema en muchas ocasiones viene aderezado con hostigamiento social que, en el caso de una persona pública como Olvido Hormigos, alcanza incluso repercusión mediática. En los incidentes con personas menores de edad suele adquirir la forma de ciberbullying.
Cuando las imágenes llegan a manos de un chantajista, el problema sería el de la sextorsión, esto es, la solicitud de determinadas concesiones (dinero, imágenes, mantenimiento de relaciones sexuales o sentimentales…) a cambio de que la comprometida grabación no sea publicada online o enviada al círculo relacional de su protagonista.
Otras prácticas con similares consecuencias
Existen otras situaciones que, sin constituir sexting, a la postre nos ponen directamente en uno de los casos anteriores: imágenes íntimas y privadas en manos de terceros. Pueden ser imágenes delicadas producidas pero no enviadas de forma voluntaria sino robadas, como ya ha ocurrido, por ejemplo, con intrusiones en los smartphones o activación mediante malware de la webcam. También es común el caso en el que se practica cibersexo o se muestran actitudes sexuales o desnudos vía webcam y quien está al otro lado de la pantalla graba de forma permanente un show que cuyo protagonista pensaba era temporal y privado. También pueden ser imágenes cedidas de forma voluntaria por medio de engaños u obligatoria bajo presiones y amenazas. Este es el caso de Amanda Todd, adolescente de 15 años que se acabó suicidando el pasado 10 de octubre víctima de ciberbullying sustentado en unas imágenes de sus pechos que mostró por la webcam. La crueldad de una parte de su entorno de relaciones, potenciada por el alcance de Internet y las redes sociales, acabó con ella.
Violencia sexual digital y reformas legislativas
Las estadísticas y las consultas nos dicen que en mayor medida son las mujeres, adolescentes y jóvenes, quienes sufren las consecuencias de la existencia de imágenes íntimas en manos inadecuadas. La sextorsión, por lo general, se traduce en solicitudes de tipo sexual. Se trata de violencia de género en la Red, es violencia sexual digital. Constituye un fenómeno alarmante y creciente al que esperamos contribuyan a poner freno las recientes reformas propuestas para el código penalque solicitan un año de cárcel por difusión de imágenes íntimas aun cuando la grabación de las mismas hubiera sido consentida.
Información y recursos educativos sobre temas relacionados:
El asesinato de una adolescente, motivado por sus comentarios en Facebook y que habría sido planeado también en dicha red social, ha conmocionado los Países Bajos.
Según la acusación, la muerte de Joyce Winsie Hau, de 15 años, a manos de otro chico de 14 fue encargada por una pareja de chicos también adolescentes a causa de los mensajes que había publicado la menor sobre el comportamiento sexual de la pareja. La acusación ha solicitado la pena máxima para menores de 16 años en aquel país: un año de detención en un centro para menores y dos de libertad condicional que podrían ser ampliados hasta 7.
Aunque los juicios en los Países Bajos que implican a menores suelen trascurrir a puerta cerrada, en este caso los jueces han determinado que se realice públicamente dado el interés de la sociedad en conocer los detalles del caso.
Según una encuesta online realizada entre escolares alemanes por el instituto IKG de la Universidad de Bielefeld, aproximadamente la mitad de las víctimas del ciberbullying se sintieron muy molestas por la distribución de fotos humillantes. El estudio, dirigido por el Dr. Peter Sitzer y Julia Marth buscaba describir los diversos aspectos del ciberbullying en Alemania.
Uno de sus hallazgos ha sido determinar que algunas formas de ciberbullying producen en la víctima peores consecuencias que otras, como es el caso de las fotos y vídeos distribuidos por los ciberabusones para ridiculizar o humillar a la víctima. Los autores del estudio explican que esta forma del ciberbullying es especialmente difícil de controlar porque las imágenes digitales pueden ser reproducidas y distribuidas un número ilimitado de veces y así llegar a un público también potencialmente ilimitado. Otros tipos de ciberabuso como el tratamiento insultante, despreciativo o amenazante sólo fue percibido como muy molesto por un cuarto de los estudiantes entrevistados; según los autores la explicación estaría en que este abuso es más directo, se dirige únicamente a la víctima, y los testigos suelen ser menos. Otra posible explicación que apuntan es que los adolescentes ya lo asumen como algo normal y cotidiano entre sus pares.
Por otro lado el estudio revela que las escolares alemanas sufren también un tipo de ciberacoso sexual por el cual, contra su deseo, son requeridas insistentemente para hablar online sobre sexo, comúnmente por gente que conocen poco o nada.
Los estudiantes también reconocen en la encuesta que la forma más común en la que ciberagreden a otros es mediante insultos, ridiculización o amenazas. La difamación y el ciberacoso con connotaciones sexuales también son frecuentes. El ser excluido de grupos es raramente mencionado por las víctimas, aunque curiosamente sí por parte de los abusones: es decir, hay muchos intentos de exclusión fallidos, que no llegan a herir a la pretendida víctima porque simplemente no los percibe. En este sentido también revela el estudio que hay más escolares que dicen haber reenviado fotos y vídeos de otros que los que saben que dichas imágenes humillantes de ellos están circulando.
Los autores del estudio remarcan la gravedad del problema del ciberbullying y la necesidad de la prevención. Según recomiendan, es tarea de los padres y educadores enseñar a los menores a comportarse de una manera socialmente responsable con los demás. También aconsejan tomar medidas firmes cuando se producen estos casos: según muestra la encuesta más de la mitad de los abusones reconocieron que sus ataques no les habían supuesto ninguna consecuencia negativa para ellos.
Con apenas 12 años Beatriz (nombre ficticio) se refugió en las redes sociales. La situación en su casa no era muy buena y los problemas económicos complicaban la convivencia. Ella disfrutaba creando nuevas amistades, con las que compartía pensamiento, preocupaciones y risas. «Pasaba largas horas frente al ordenador chateando con unos y otros. En uno de ellos encontré a una supuesta chica con la que hablé bastante hasta que le di mi e-mail. Ella me dijo que me iba a hacer un casting para una serie de televisión que me gustaba mucho y me lo creí», recuerda. «Entonces me pidió que me mostrara delante de la webcam… Y lo hice. Al principio estaba con ropa y luego, me pidió que me fuera desnudando hasta que le mostré el pecho casi sin darme cuenta… Me negué cuando me pidió más».
Esta negativa no gustó a su interlocutora, quien comenzó a amenazarla: «Me dijo que repartiría fotos y vídeos míos por toda la red si me negaba a mostrarle todo el cuerpo desnudo, y que iría a por mi familia. Al final, cedí a sus chantajes por miedo. Hasta que un día decidí borrar el Messenger y dejar de lado el ordenador». De eso hace ya cuatro años.
Beatriz recuerda los meses posteriores con mucho miedo: «Pensé que tenía un vídeo mío y que lo iba a poner en Internet. Aquello me afectó en mis relaciones sociales, soy muchísimo más desconfiada con quien no conozco». Con el tiempo, volvió a utilizar Internet, incluso las redes sociales, «pero jamás cuelgo fotos mías ni tampoco doy mucha información. Me siento segura desde un anonimato parcial».
Con apenas 12 años, Beatriz experimentó en primera persona (como muchas otras chicas y chicos) los peligros del sexting (envío de imágenes de contenido sexual producido por el remitente a través de un mensaje de móvil o de Internet). «El problema es que los adolescentes no ven nada malo en ello y, sin embargo, puede tener consecuencias muy serias», explican desde PantallasAmigas, iniciativa para la promoción del uso seguro de las nuevas tecnologías.
¿Dónde puede terminar esa imagen? «Las hemos encontrado en ordenadores de pederastas, o en el portátil de un vecino que empieza a pedirle dinero a cambio de no decírselo a sus padres (sextorsión)», señalan fuentes policiales.
El problema, insiste Zalduegui, es que los menores —e incluso «muchos adultos»— no son conscientes de lo que supone no controlar la difusión de esas imágenes, su destino y las consecuencias que puede acarrear. «No es que haya que ser desconfiados, es que en la Red uno pierde el control de su imagen», reitera Zalduegui, quien recorre los institutos explicando a los chavales las consecuencias de publicar sus fotos. «Les explico que cuando recibes un mensaje con una foto y lo reenvías sin permiso, puedes estar cometiendo un delito, máxime si el o la protagonista de la foto es menor». No obstante algunos estudios incluso apuntan a que pese a ser conscientes de algunos de los riesgos (como el legal), los adolescentes siguen haciendo sexting.
(Artículo de Jorge Flores , director de PantallasAmigas.)
Cada vez es más sencillo y común subir imágenes a Internet. En el contexto de las redes sociales existe además la posibilidad de poner etiquetas, esto es, relacionar a personas son esas fotografías. ¿Nos hemos parado a pensar qué implicaciones puede tener esta función?
Fotografías, etiquetas y privacidad
Publicar una imagen en una red social es una acción casi cotidiana para los y las adolescentes y, en muchas ocasiones, esas fotografías se completan con etiquetas. Si subir una foto a Internet puede ser en ciertas ocasiones un atentado contra la privacidad de personas implicadas en esa instantánea ¿qué efectos puede causar el empleo de etiquetas? Veámoslo, salvando las diferencias de funcionamiento entre las distintas redes sociales, los condicionantes de configuración de privacidad de las mismas y sin pecar de exceso de detalle.
De manera sencilla, podemos decir que una etiqueta en una fotografía es una marca que relaciona esa imagen, y en particular un área rectangular de la misma, con una determinada persona. La marca se asocia, por lo general, a la zona de la fotografía donde aparece esa persona.
¿Qué ocurre cuando te etiquetan? Son dos los efectos:
Efecto de asociación: Si te etiquetan, te están relacionando con esa fotografía y, en particular, con un área de esa fotografía que por lo general es la zona en la que apareces. No obstante, no hay manera de asegurar esta correspondencia ya que la red social permite marcar una zona gráfica, un conjunto de pixels, que no es capaz de interpretar.
Efecto de difusión: Si te etiquetan, los “amigos” de tu Red Social serán avisados de que has sido etiquetado en una nueva fotografía y que para verla les basta un simple click. Tan fuerte es el efecto llamada y difusor de esta funcionalidad ligada a las imágenes que ofrecen las redes sociales que incluso los usuarios la usan para otros fines, a modo de aviso, sin atender a su original misión que es identificar a una personas en una imagen.
En definitiva, ello supone que otras personas van a tener un aviso de que tú estás relacionado con una imagen y podrían verla incluso antes de que tú supieras que esa imagen está publicada. Si tienes suerte, sabes que esa foto existe y estás implicado en la misma e incluso puedes presuponer que alguien la puede haber subido online, sea esto o no de tu agrado. Sin embargo, la etiqueta es una llamada de atención, un altavoz para la labor de pregonero de tu vida que realizan los demás y las redes sociales. De pronto, muchos “amigos” tuyos saben que pueden ver un fotograma de tu película vital.
Protección de datos personales e imágenes online.
Tu imagen es un dato personal tuyo y, como tal, la legislación sobre protección de datos personales te otorga (excepción para menores de 14 años e incapaces) la potestad de decidir sobre el uso que se hace del mismo. Además, cabe mencionar que existen datos dotados de especial protección que, por ejemplo, están relacionados con la religión, la salud o la orientación sexual.
¿Hasta qué punto es legal que una persona suba una imagen a Internet en la que puedes ser reconocido sin tu permiso? En principio, es tu dato personal, si bien existen muchas matizaciones respecto al tipo de imagen, el contexto… que no abordaremos ahora. Si tuvieras menos de 14 años o fueras incapaz, el asunto sería aún más delicado. De todo esto, podemos concluir que las imágenes online representan un reto legal.
Las etiquetas: de una imagen desapercibida a un dato personal.
No obstante, al margen de lo anterior, hay que analizar la afección de la privacidad y, en este caso, la sobreabundancia de imágenes online actúa como factor de protección: una aguja en un pajar, podría decirse. Aquí es donde las etiquetas cumplen su función y donde de forma efectiva, por tanto, destacan la presencia de esa imagen que podía haber pasado desapercibida, precisamente entre aquellas personas relacionadas contigo en la Red Social. Es ahí, en el plano cercano de tus relaciones online, cuando el dato personal se puede volver incluso más sensible y adquiere mayor alcance por el poder multiplicador del contexto de las redes. Etiquetar una fotografía supone agregar un mayor carácter de dato personal y mayor visibilidad.
Los problemas de las etiquetas
En el plano práctico, al margen de lo relacionado con la legislación de datos personales, podemos identificar escenarios concretos donde las etiquetas causan problemas de privacidad que, en muchas ocasiones, son origen y/o consecuencia de una mala convivencia digital. De igual manera, cabe señalar que estos problemas pueden ser causados de manera accidental o bien de forma intencionada.
Problemas que pueden darse tanto sin mala intención como intencionadamente:
Etiquetado en un contexto inoportuno por la actitud, el lugar, el momento, la compañía…
Etiquetado revelando el aspecto físico de alguien representado en la red social sin imagen o mediante un avatar.
Problemas que pueden generarse con mala intención:
Insultos, ofensas públicas y amenazas, por ejemplo, relacionando a la persona etiquetada con una foto lesiva de su imagen o amenazante.
Engaño para que la imagen implicada, que puede ser hiriente o desagradable, sea vista por la persona etiquetada, atendiendo a la notificación de que una etiqueta le afecta.
Algunos recursos para la prevención
La privacidad en las redes sociales y el etiquetado inadecuado en particular son retos que preocupan desde hace tiempo a PantallasAmigas ya que constituyen además un factor de riesgo para otros problemas como el grooming o el ciberbullying. Es por ello que hemos promovido muy diversos recursos educativos relacionados con en esta temática.
En el caso de http://www.redayneto.com (febrero 2010) buscamos con la Agencia Vasca de Protección de Datos la promoción de la cultura de la privacidad y la protección de datos personales desde edades tempranas, desde los 7 años.
La empresa tejana ImageVision ha desarrollado una aplicación basada en la nube y denominada EyeGuardian que permite monitorizar la cuenta de Facebook, el teléfono y el ordenador de los menores a la búsqueda de imágenes de desnudos y de mensajes inadecuados.
Según afirma su creador, la necesidad de esta aplicación surgió cuando en 2008 la hija de un amigo, que tenía entonces 13 años, recibió una foto «indecente» de otro adolescente en su móvil. Entonces buscó algún software que bloquease ese tipo de imágenes, y no halló ninguno.
La aplicación desarrollada analiza la actividad en Facebook, identificando potenciales amenazas, peligros y comportamientos poco habituales y monitorizando a los amigos, y las peticiones de amistad así como todas las imágenes y vídeos que se publican. La aplicación supuestamente es capaz de distinguir entre una imagen de alguien desnudo y de alguien en traje de baño, y de enviar una alerta por SMS o e-mail.
El problema, para la empresa desarrolladora, no es la existencia del porno, que reconocen que no es nueva en Internet, sino que con redes sociales como Facebook cualquier amigo puede publicar mensajes e imágenes problemáticas en el muro de una persona, poniéndolas a la vista de otros amigos o del público en general, incluyendo insultos e injurias por ejemplo con el objetivo de dañar la reputación de esa persona.
EyeGuardian permite controlar cuestiones como:
Lo que otra gente publica en el muro del menor.
Las imágenes en las que le/la etiquetan.
Los álbumes de fotos del menor.
Los textos que publica.
Conceptos sobre los que se habla: p.ej. drogas.
Individuos sospechosos (??) que intentan hacerse amigos del menor.
La aplicación está pensada para padres también de menores de 13 años (la edad mínima para hacerse una cuenta en Facebook) porque es fácil y común que niños de 8 a 12 (o más pequeños) mientan sobre su edad y entren en esta comunidad online exponiéndose a desconocidos e incluso publicando fotos inocentes (o no tanto) que pueden captar la atención de los depredadores sexuales.
No sólo el sexting amenaza a los más jóvenes en este tipo de redes sociales de Internet, sino que el ciberbullying también está presente.
Según un estudio de OnlineSchools.com, el 11% de los padres estadounidenses se han inscrito en Facebook para vigilar lo que hacen sus hijos. El 41% mira las actualizaciones de estado, el 39% leen los muros, el 29% miran las fotos que comparten y el 76% mira el historial de navegación en el ordenador que usan sus hijos.
Otro estudio encargado por ImageVision muestra que el 78% de los padres de chicos que usan las redes sociales estaban «muy preocupados» por el contenido inapropiado, aunque la mayoría no podían entrar en las cuentas de sus hijos para monitorizarlas.
La policía y las autoridades escolares australianas están intentando reaccionar ante el auge del sexting entre adolescentes en aquel país.
Según fuentes académicas y de expertos en seguridad, prácticamente la totalidad de las escuelas de secundaria en el Estado de Victoria han tenido al menos un incidente por sexting entre los estudiantes. A pesar de ello, y de que sea constitutivo de pornografía infantil (en Victoria es ilegal poseer o trasmitir fotos de personas menores de 18 años desnudas), pocos son los centros que han avisado a la policía: la mayoría lo trata a nivel interno o con la ayuda de expertos y asesores en la cuestión, que suelen hablar con los alumnos y los padres implicados. Los directores no tienen claro cómo actuar y menos de un tercio tienen una política escolar clara al respecto de este problema y otros derivados del uso de las redes sociales online.
En los casos en que se pone en manos de la policía, el tratamiento difiere mucho: a veces la policía se limita a advertir a los adolescentes, y en otros casos han acabado con cargos por pornografía infantil. En ocasiones no tienen claro si deben aplicar esas leyes o las relativas al ciberbullying, y se han mostrado muy reticentes a actuar cuando el tema se produce en una red social como Facebook. Muy pocos casos acaban en el Juzgado de Menores.
Según una investigación de Fairfax Media:
Las chicas envían más sexting que los chicos, y a menudo son las chicas de las que menos se podría esperar.
Se han hallado imágenes de sexting producidas por adolescentes de Victoria, que han acabado formando aprte de colecciones pedófilas internacionales.
Algunos adolescentes tienen 2 móviles y 2 cuentas de Facebook: uno/a para que vean sus padres, y otro/a que no estos no conocen.
Los expertos opinan que el sexting es un producto más del culto a las celebridades hipersexualizadas, que promueve un tipo de joven mujer devoradora sexual. Las fotos que circulan por Internet de celebridades de la TV, de la música pop y del deporte como Vanessa Hudgens, Paris Hilton, etc. contribuyen a que los adolescentes adopten comportamientos arriesgados. Es el resultado de la colisión entre hormonas y tecnología, según una especialista en ciberseguridad.
El equipo de la policía de Victoria que se ocupa de la explotación online de los niños se ha visto obligado a desarrollar unas recomendaciones para que otros departamentos de la policía sepan reaccionar ante el sexting, que estarán disponibles en forma de manual a finales de 2011. Según un sargento de la policía, «el sexting va a continuar porque los chicos no entienden sus consecuencias, y los padres no entienden la tecnología».Esas consecuencias pueden en teoría incluir 10 años de prisión y ser incluidos en un registro de delicuentes sexuales.
Uno de los casos más comunes es la difusión entre terceros de fotos por parte de exnovios. En algunos casos las fotos de desnudos integrales o topless de los estudiantes están circulando durante todo el curso y por todo el instituto.
Dos adolescentes han sido condenadas en Segovia a indemnizar a una compañera con 12.400 euros por los daños morales ocasionados al suplantar su identidad en la red social Tuenti y utilizar dicho perfil falso meterse con otros compañeros.
Las dos condenadas crearon el perfil publicando datos personales de la afectada, como su nombre, lugar de nacimiento y lugar de estudios, incluso una fotografía de la suplantada.
Valiéndose de este falso perfil procedieron a publicar comentarios denigrantes hacia otros compañeros en las fotografías que estos había publicado en sus respectivos perfiles.
Estos compañeros, creyendo que dichos comentarios provenían de la chica suplantada, llegaron a hacerle vacío y a aislarla socialmente (una habitual forma de bullying, sobre todo hacia las chicas).
La audiencia ha recordado en la sentencia que a estas edades es muy importante la imagen que se proyecta a los demás, así como la aceptación e integración en el grupo. Con ello ha remarcado el riesgo que conlleva el mal uso de las redes sociales, dada la «vulnerabilidad emocional» de los adolescentes. Aunque en este caso la sentencia condena a las ciberdelincuentes al pago de una indemnización, en otros casos similares protagonizados por mayores de edad, la condena podría ser de privación de libertad.
El director general de Inteco, Víctor Izquierdo, el director y fundador de PantallasAmigas, Jorge Flores y el gerente del Observatorio de la Seguridad de la Información de Inteco, Pablo Pérez, darán a conocer una guía en la que adultos y menores pueden encontrar consejos y recomendaciones para minimizar los efectos negativos que puede tener el sexting y una serie de pautas de actuación en caso de incidencia.
Se denomina sexting a la difusión o publicación de contenidos —principalmente fotografías y vídeos— de tipo sexual, producidos por el propio remitente, utilizando para ello el teléfono móvil u otro dispositivo tecnológico.
La falta de cultura de privacidad entre los adolescentes y la menor consciencia de los riesgos son una serie de circunstancias que determinan la especial vulnerabilidad de los adolescentes en relación con el sexting. Además ambas circunstancias se producen en un contexto donde las tecnologías móviles están ampliamente extendidas entre los adolescentes. En España, dos de cada tres menores de 10 a 16 años, es decir, un 64,7%, posee un terminal de telefonía móvil propio, y en la franja de edad de 15 a 16 años, el porcentaje es de 89,2%.
Los riesgos para la/el adolescente cuya imagen es difundida, son diversos y suelen aparecer interrelacionados. Junto a la evidente amenaza a su privacidad, el menor puede sufrir riesgos psicológicos y ciberbullying (ciberacoso), e incluso grooming (si se ve implicado un adulto) o sextorsión (si existe chantaje). Además, las implicaciones jurídicas del sexting son diversas, ya que puede llevar a acciones que se podrían considerar ilegales, relacionadas en especial con los delitos contra la intimidad e incluso con la pornografía infantil.